Comprar vivienda: una alegría convertida en condena fiscal

27 diciembre, 2024 | Antonio Beltrán

Comprar una vivienda es una de las decisiones más importantes en la vida de muchas personas. Es un momento lleno de expectativas y alegría. Sin embargo, esta alegría puede convertirse en una carga fiscal injusta debido a la inacción política y el afán recaudatorio de la Administración.

En España, adquirir una vivienda es cada vez más caro, y buena parte de la culpa recae en la falta de promoción de vivienda pública, tanto para alquiler como para compra. Durante años, los responsables políticos no han fomentado soluciones que incrementen la oferta de viviendas asequibles. Ahora, en lugar de abordar el problema de fondo, las medidas adoptadas castigan tanto a propietarios como a compradores con una carga fiscal desmesurada.

Un ejemplo reciente lo encontramos en una sentencia del Tribunal Supremo 4/12/2024 (Rec. 2810/2023) En ella, se permite a Hacienda recalcular el valor de una vivienda a efectos del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (ITP) y Actos Jurídicos Documentados (AJD), basándose en la tasación oficial si esta supera el precio de compraventa declarado y no hay valor de referencia del Catastro  En práctica, esto significa que aunque hayas negociado un precio justo por la vivienda, podrías terminar pagando impuestos sobre un valor inflado que no corresponde al desembolso real.

Desde mi punto de vista, esta situación es una muestra clara del afán recaudatorio de la Administración. El sector inmobiliario ya soporta una elevada presión fiscal, con impuestos como el IVA, el ITP, el AJD, el IBI y las plusvalías municipales, entre otros. Este nuevo enfoque no solo incrementa la carga para los compradores, sino que también genera incertidumbre y desconfianza en un momento en el que adquirir una vivienda ya resulta suficientemente complicado.

Es hora de que las autoridades pongan el foco en soluciones reales para mejorar el acceso a la vivienda, como incentivar la construcción de vivienda pública y ofrecer facilidades a los compradores primerizos. Mientras tanto, los ciudadanos seguimos pagando las consecuencias de una política que prioriza la recaudación por encima de las necesidades reales de las personas.

La compra de una vivienda debería ser un sueño alcanzable, no un motivo de preocupación fiscal adicional. Para que esto sea posible, se necesita una política más comprometida y justa con quienes deciden dar este importante paso.