Conoce todas las ventajas a la hora de cambiar a una mejor hipoteca
6 noviembre, 2019 | Antonio Gallardo
Dice el bolero que “20 años no es nada”, pero la verdad es que, para una hipoteca, 20 años es mucho, e incluso menos tiempo. En un producto tan a largo plazo como un préstamo con garantía hipotecaria pueden cambiar muchas cosas que nos deberían llevar a que revisemos nuestra hipoteca.
En general estos cambios son de dos tipos. Por un lado, los internos, los que nos afectan como pagadores de la deuda y que se resumen en una modificación de nuestras condiciones económicas. Esta puede ser positiva, si mejoramos nuestra situación financiera, o negativa si hay un empeoramiento por caída de ingresos o subida de gastos (o una combinación de ambos).
Pero también puede darse un cambio en las circunstancias de mercado. Es decir, que el interés -ya sea fijo o variable- por el que contratamos la hipoteca sea mucho peor que el de las condiciones que podemos encontrar actualmente de la mano de nuestro especialista hipotecario.
Esto sucede tanto en las hipotecas fijas, como en las variables, en este último caso porque el diferencial sea mucho más elevado que el actual. Pero no solo debemos fijarnos solo en el interés, también como se llega a este. Puede que para conseguir el mismo diferencial hace cinco años hubiéramos aceptado una vinculación de productos (seguros, tarjetas e incluso inversiones) que nos cueste muchos euros al año y que ahora queramos eliminar.
Los límites de novación o subrogación
En definitiva, una vez contratada nuestra hipoteca no debemos dejarla aparcada y limitarnos solo a pagar regularmente su cuota. Debemos hacer el ejercicio de analizar si sus condiciones se han quedado desfasadas y son mejorables, o si nuestras circunstancias personales hacen aconsejable un cambio, ya sea para conseguir también disminuir su coste u otras razones como mejorar la liquidez.
Esta mejora la podemos hacer de dos maneras: Haciendo una novación, es decir o negociando con la misma entidad financiera para que te mejore las condiciones que tienes firmadas o a través de una subrogación, cambiando la hipoteca de entidad.
Aunque existe una diferencia de costes, la novación es más barata, también existe diferencia en el objetivo final: la mejora de las condiciones. La novación es mucho más restrictiva. Puede servir para propósitos como eliminar alguna comisión, ampliar el importe de la hipoteca o pequeños cambios en el interés. Y muchas veces para conseguirlo se obliga a que el cliente haga más cesiones al banco en otros productos. Por esto, para una mejora radical, que en la mayoría de los casos no acepta la misma entidad, has de optar de cambiar de banco, de subrogar tu hipoteca a otra entidad.
Que diferencia una buena de una mala subrogación
Aunque con la subrogación puedes conseguir una mejora de tu hipoteca no todas estas operaciones son iguales. Muchas entidades ponen restricciones o imponen unas condiciones que hacen el cambio no sea viable o las mejoras de condiciones menores de lo buscado.
Lo primero que debemos tener en cuenta, ya que vamos a incurrir en gastos como los derivados de cancelar la anterior hipoteca y los de constituir una nueva es ser extenso en las mejoras que buscamos: bajar el tipo de interés (o diferencial en las hipotecas variables), acabar con la vinculación o acabar con comisiones.
Pero también fíjate si existen algunos condicionantes para conseguir esta subrogación tales como:
- No aceptarlas en los primeros años de vida del préstamo
- Que el porcentaje de la deuda con respecto al valor del inmueble sea reducido, incluso por debajo del 50%
- Que te obliguen a la contratación de otros productos.
Esto no ocurre si contratas tu nuevo préstamo con Hipotecas Plus, en el que conseguirás las mejores condiciones, sin sorpresas ni vinculaciones para así lograr tu objetivo de tener la hipoteca con las mejores condiciones de mercado que suponga un importante ahorro a tu bolsillo que en poco tiempo compensan los costes de cambiar de entidad.